Calzada de los Gigantes y Puente de Carrick-a-Rede desde Belfast Sueño cumplido, conocemos a Finn y Staffa
Tras nuestro paso por las ciudades de Dublín y Belfast, hoy comenzábamos las visitas a la naturaleza más increíble de Irlanda. Aunque Irlanda tiene ciudades muy interesantes, es sin duda su naturaleza la que merece la pena descubrir. Son muchos los enclaves turísticos que ofrece Irlanda, pero si hay uno que destaque por encima del resto, tiene nombre propio y se llama Calzada de los Gigantes. Una increíble formación de roca basáltica que parece salida de un estudio de cine. Un lugar en el que te das cuenta que tu viaje a Irlanda ha merecido la pena por el simple hecho de ser testigo de este increíble fenómeno geológico. Pero no solo de la Calzada de los Gigantes vive Irlanda (y más concretamente Irlanda del Norte). Existe un puente suspendido a 25 metros sobre el mar que pone a prueba el vértigo de los más intrépidos. Un puente que desafía al embravecido Océano Atlántico que amenaza con barrer el delicado puente. Este sería nuestro primer destino del día. Un día en el que nos sumergíamos en la naturaleza más bella de Irlanda del Norte. Un día en el que, por fin, visitaríamos la Calzada de los Gigantes.
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Puente colgante de Carrick-a-Rede
Recuerdo cuando estábamos planificando nuestro paso por Irlanda del Norte, cómo llegué al blog de Viajeros Callejeros en el que hablaban de un puente que unía la costa de Irlanda del Norte con una pequeña isla. Tras ver las fotos y buscar algo de información, vi que se encontraba de paso entre Belfast y la Calzada de los Gigantes, así que lo marcamos en nuestro itinerario (y menos mal que lo hicimos).
Cómo llegar al puente de Carrick-a Rede desde Belfast
Básicamente son dos las opciones disponibles, aunque habría una tercera que es ir en autobús, pero creemos que no aporta ninguna ventaja respecto a las dos opciones que os voy a contar ya que hay que hacer algún trasbordo y pierdes bastante tiempo.
En coche
Esta fue la opción que elegimos nosotros ya que es la que más versatilidad ofrece, y, además, teniendo en cuenta que íbamos a usar el coche en los días posteriores…blanco y en botella.
Es una hora y quince minutos aproximadamente el tiempo en coche que separa Belfast del puente de Carrick-a-Rede.
Excursión organizada desde Belfast
Otra muy buena opción que tenéis si no pensáis coger un coche u os da respeto eso de conducir por la izquierda, es apuntaros a una excursión organizada desde Belfast. Normalmente estas excursiones incluyen la visita al puente, a la Calzada de los Gigantes y al Castillo de Dunluce. Sin duda alguna, una opción muy recomendable también.
Precio de la entrada
Cruzar el puente tiene un coste de 7£ (Noviembre 2019) para los adultos y de 4.5£ (Noviembre 2019) para los niños.
Nuestra experiencia en el puente
Tras algo más de una hora, llegábamos a las inmediaciones del puente. Allí, dejamos el coche en un parking habilitado para ello y en el que no hay que pagar nada. Nada más salir del parking, veréis una caseta en donde se venden los tickets si queréis cruzar el puente. En nuestro caso, al ir con una silleta y con los dos peques, preferimos no cruzarlo y simplemente limitarnos a verlo.
Si no tenéis pensado cruzar el puente, simplemente podéis seguir el sendero sin comprar los tickets, tal y como hicimos nosotros.
El sendero discurre al lado de un precioso acantilado desde el que obtendréis unas preciosas vistas de la escarpada costa irlandesa. Por vistas como estas es por lo que decidimos venir a ver el puente.
El paseo es ideal para ir con niños ya que está perfectamente señalizado y cuenta con una valla de protección para evitar cualquier desliz de los peques. Si vais con silleta, llegaréis a un punto en el que existen unas escaleras, podéis dejar sin problemas la sillita arriba antes de bajar por las escaleras.
El litoral está salpicado con pequeños islotes muy fotogénicos en el que anidan distintas aves marinas. Y es que la naturaleza alcanza aquí su máxima expresión.
Tras un agradable paseo, el puente se abría ante nuestros ojos. La primera impresión fue buenísima y nos pareció una atracción visualmente muy bonita. El puente conecta la costa con un pequeño islote usado antiguamente por los lugareños para la captura de salmón. Como decimos, al ir con niños no nos atrevimos a cruzar el puente con ellos, pero aún así es una visita que merece mucho la pena.
Tras un buen rato observando el puente, decidimos volver sobre nuestros pasos y volvimos a quedar maravillados por el espectáculo natural que se desplegaba ante nosotros.
El viaje debía continuar, y ahora tocaba el turno de la gran atracción del día y una de las mejores del viaje. La Calzada de los Gigantes nos esperaba.
Calzada de los Gigantes, la leyenda de Irlanda del Norte
Por fin, tras ver innumerables fotos en internet y leer las leyendas que circulan por la red, hoy era el día en que veríamos con nuestros propios ojos la Calzada de los Gigantes. Esas columnas basálticas estaban ahí para nosotros y, aunque había bastante gente, para nuestra mente era como si estuviésemos solo nosotros cuatro. Hoy, por fin, saldábamos nuestra cuenta pendiente con esta increíble maravilla.
Cómo llegar a la Calzada de los Gigantes desde Belfast
De igual manera que os comentaba anteriormente para el puente de Carrick-a-Rede, son básicamente dos las maneras que tenéis de llegar aquí.
En coche
Si vais desde el puente colgante, apenas hay 15 minutos en coche por una preciosa carretera que circula paralela a la costa y desde la que podréis ver los abruptos acantilados de la costa irlandesa. Una vez allí, podéis dejar el coche en un parking que hay justo al lado del centro de visitantes.
Excursión organizada
Si, por el contrario, preferís ir a tiro “hecho”, podéis apuntaros a una excursión organizada de las que salen desde Belfast o desde Dublín.
Precio de la entrada
El precio de la entrada es de 12.5£ (unos 14.5€, noviembre 2019) por adulto y de 6.25£ (unos 7.25€, noviembre 2019) por niño. Si queréis ampliar la información os recomiendo que visitéis la web de National Trust.
Comenzamos la visita, los gigantes nos esperan
Tras apenas 15 minutos desde Carrick-a-rede, llegábamos a la visita principal del día. Aparcamos el coche en el parking habilitado para ello y, antes de comenzar la visita, los peques tenían hambre. Aprovechamos que allí hay un restaurante integrado en el mismo centro de visitantes (aunque algo escaso de variedad culinaria) para dar de comer a los niños y comer nosotros un par de bocadillos. Con el hambre saciada, ahora si iniciábamos la visita.
Desde el centro de visitantes hasta la Calzada de los Gigantes podéis ir de dos maneras. La primera es mediante un minibús por el que hay que pagar un pequeño ticket (disculparme, pero no recuerdo exactamente el precio, pero estamos hablando de 1-2€). No obstante, yo os recomiendo que hagáis el trayecto andando ya que las vistas son sublimes y podéis parar a mitad de camino para degustar tranquilamente el panorama que tenéis ante vosotros.
Nuestro corazón se aceleraba conforme íbamos viendo a lo lejos las famosas piedras hexagonales. Por fin, íbamos a tachar de nuestra lista de sueños viajeros la visita a la Calzada de los Gigantes.
Ahí estaban. Ante nuestros ojos se mostraban en todo su esplendor las bellas rocas basálticas desafiando al Océano Atlántico. No podíamos dejar de mirarlas. Nos parecía increíble que algo así fuese obra de la madre naturaleza. Y es que, según la leyenda irlandesa…es obra de unos gigantes.
Leyenda de la Calzada de los Gigantes
Cuenta la leyenda que, antiguamente, existían dos gigantes que vivían en esta zona. Los dos gigantes se llamaban Finn (de origen irlandés) y Staffa (de origen escocés). Ambos gigantes se llevaban muy mal y se dedicaban a tirarse piedras el uno al otro. Cosas de gigantes…
Finn decidió crear un puente de rocas para poder pasar al otro lado y tirar las rocas con más precisión. Staffa, cansado de recibir golpes, decidió cruzar el puente para ajustar cuentas con Finn. La mujer de Finn (Oonagh), al ver a Staffa acercarse decidió disfrazar a su marido de bebé. Cuando Staffa llegó y vio al supuesto bebé de Finn, pensó en cuál sería el tamaño de Finn, si su hijo ya era tan grande. De esta manera, Staffa huyó por donde había venido, pisando las rocas con mucha fuerza para que Finn no pudiese volver a cruzar. Fruto de esas pisadas, las rocas quedaron clavadas en el mar, formando lo que podemos ver hoy en día.
Bien leyenda o bien realidad, la verdad es que esta formación geológica impresiona mucho. Por supuesto, no pudimos evitar el subirnos a las piedras y pisar las rocas que un día chafaron Finn y Staffa.
El lugar es tan bonito que pudimos estar perfectamente un par de horas recorriendo todos los recovecos del lugar.
No es el típico lugar del que te esperas mucho y luego no es para tanto. Aquí, en la Calzada de los Gigantes, te esperas mucho y la realidad supera tus expectativas. Incluso los niños estaban tan a gusto que no dudaron en echar una cabezadita sobre las piedras…jajaja.
Os recomiendo que recorráis sin calma el lugar y os acerquéis lo máximo posible a la costa. De esta manera tendréis enfrente el inmenso Océano Atlántico y a vuestras espaldas la Calzada de los Gigantes.
Es en estos momentos cuando te olvidas de todo. Sentado sobre esas piedras te das cuenta de lo afortunado que eres por poder cumplir sueños y encima poder cumplirlos con tu familia.
Tras despertar de nuestros sueños, decidimos retornar sobre nuestros pasos ya que, el viaje debía continuar. Eso sí, no pudimos evitar echar un último vistazo antes de irnos. Hasta pronto Finn, hasta pronto Staffa.
Con cierta tristeza en el corazón, nos subimos en el coche camino de la que sería la última visita del día. El fotogénico Castillo de Dunluce.
Castillo de Dunluce, la fortaleza de los Greyjoy
Se trata de un increíble castillo en ruinas que se asoma desafiante al mar sobre un promontorio rocoso. Fue construido en el siglo XII por Richard de Burgh aunque posteriormente ha pasado por distintas manos. Debido a su desafiante emplazamiento y el envite de las olas, ha sufrido varios desprendimientos. El más llamativo ocurrió cuando la cocina del castillo se derrumbó cayendo al mar. Otro derrumbe muy conocido tuvo lugar cuando un barco de la armada española acabó chocando contra el castillo y provocando diversos daños. Poco a poco, el castillo fue abandonado a su suerte y, el mar y el hombre fueron poco a poco saqueando el castillo dejándolo en lo que hoy es.
Pero sin duda alguna, lo que lo ha elevado a la fama fue aparecer en la premiada serie Juego de Tronos. En dicha serie, este castillo era la fortaleza de los Greyjoy, aunque debido a los efectos especiales…digamos que no se parece mucho a lo que es realmente.
Precio y horario del castillo
El horario depende de la época del año en que lo visitéis:
- De octubre a noviembre abre de 10:00 a 17:00
- Diciembre y enero abre de 10:00 a 16:00
- Febrero y marzo de 10:00 a 17:00
- De abril a septiembre el horario es de 09:30 a 17:00
Tened en cuenta que la última entrada es media hora antes del cierre.
En cuanto al precio de la entrada, esta tiene un coste de 5.5£ (unos 6€, noviembre 2019). Los niños mayores de 4 años pagan 3.5£ (unos 4€, noviembre 2019), mientras que los menores de 4 años no pagan nada.
Nuestra (corta) experiencia en Dunluce
Eran las 16:40 cuando llegamos al castillo (allí mismo existe un pequeño parking gratuito). Tras aparcar el coche y hacer unas fotos, fuimos a entrar y…sorpresa, el castillo cerraba a las 17:00 y la última entrada era a las 16:30.
Aunque nos quedamos con muchas ganas de poder entrar al interior, la verdad es que el simple hecho de poder verlo desde el exterior ya merece la pena.
Nos pareció increíble la situación privilegiada en la que está emplazado. Desde luego, los constructores le echaron mucho valor para poder situar las piedras al borde del acantilado.
Por lo que pudimos ver desde fuera, existen como dos zonas diferenciadas en el castillo. La primera de ellas sería como el hall del castillo o patio de entrada. Tras cruzar un puente, se accede al castillo en sí desde el que puedes sentarte a ver como las olas amenazan con derribar la fortaleza.
La verdad es que, al no poder entrar al castillo, poco más pudimos hacer. Así que nos subimos al coche para poner rumbo a la ciudad en la que pasaríamos la noche y que veríamos al día siguiente, Londonderry.
Poníamos así punto y final al sueño que acabábamos de cumplir. Por fin saldamos esa cuenta que teníamos con la Calzada de los Gigantes. Ahora sí, vimos la casa que un día pisaron Finn y Staffa. Hasta pronto Gigantes.
4 Comments
Desiree
Buenas, vamos con un peque de 2 años a Belfast 4 días y nos gustaría visitar la calzada del gigante pero en las excursiones pone que no se recomienda niños por caminatas largas y complejas, ¿es complicado acceder a la calzada con el peque aunque sea en brazos? Gracias
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Rafael
Buaaa qué experiencia más brutal Óscar!! También es uno de mis sueños viajeros por cumplir, y este artículo me va a venir de perillas para cuando vayamos. Qué pena no haber cruzado el puente, aunque con los peques ya se sabe…
latitude
La verdad es que es un viaje precioso Rafa. Un país lleno de castillos y naturaleza!!