Día 1. Llegada a Noruega Visitar Stavanger
Son apenas las 03:30am cuando el despertador ya está sonando.
¿¡Quién me mandaría a mí a reservar vuelos a estas horas!? Es lo primero que pensé.
Pero al instante, mi mente empezó a recapacitar y ya nos vino el aroma a viaje, y cuando el aroma a viaje inunda nuestra casa, poco podemos hacer para detenerlo.
Ya más despejados, empezamos con la rutina de inicio de cualquier viaje: desayuno, último checklist de las cosas que nos vamos a llevar y…….despertar a Daniel.
A Daniel le daba igual que nos fuésemos de viaje a Noruega, al Congo o a Lorca, él sólo quería dormir. Y cuando un bebé tiene sueño, lo único que puedes hacer es rezar para que se vuelva a dormir pronto….
Con el peque más calmado, nos quedaba otro reto por delante….¿cómo metemos todo el equipaje en el maletero del coche? Con paciencia, no hay otra.
Una hora después ya estábamos en el parking lowcost que iba a alojar nuestro coche durante estos 10 días. Aunque ya lo comenté en un post de nuestro viaje a Mallorca, estos parkings son una grandísima idea ya que te puedes ahorrar unos cuantos euros.
A las 05:30 ya estábamos en el aeropuerto, tomándonos un cafecito muy reparador, que a estas horas de la mañana no viene nada mal. Mientras tanto, Daniel ya se había despertado y ya estaba correteando de un lado para otro, ¿¡¿¡de dónde sacan los niños la energía¡?!?
Eran las 07:00 de la mañana cuando ya estábamos sentados en el avión. Tenemos que reconocer que al ser el primer vuelo de Daniel, íbamos con un poco de miedo por el tema de los oídos. Habíamos leído por internet un montón de remedios para evitar la presión en los oídos: darle el chupete, gusanitos, biberón, etc….. Pero Daniel se empeñó en hacerlo mucho más fácil, nada más despegar (no llevaríamos ni 20 segundos de vuelo) se quedó durmiendo con el alivio que eso supuso para nosotros.
El vuelo transcurrió sin ningún problema, Daniel se despertó a mitad de vuelo e hizo las delicias de l@s azafat@s. ¿Alguien se puede resistir a un niño/a riendo?
A las 10:40 ya estábamos en el aeropuerto de Stavanger dispuestos a empezar nuestra aventura noruega. Ahora el primer paso era ir del aeropuerto al centro de la ciudad. Os lo contamos a continuación.
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Cómo ir del aeropuerto a Stavanger
Autobús
Nada más salir de la terminal de llegadas, verás a mano izquierda un autobús llamado Flybussen. Este autobús tiene un coste de 120 NOK (13€, Agosto 2016) y te dejará en el centro de la ciudad en unos 15-20 minutos. Cuando subas, te preguntarán el hotel al que vas y te indicarán la parada en la que tienes que bajarte. Si en algo se distinguen los noruegos, es en que lo tienen todo absolutamente pensado. No dejan nada al azar. Los niños menores de 3 años no pagan (de hecho Daniel no pagó absolutamente nada en ningún sitio en Noruega). Los autobuses son muy cómodos y además tienen sillas especiales para bebés. Toda una gozada.
Taxi
Coger un taxi, que por unos 45-50€ te dejarán en la puerta de tu hotel. La verdad es que teniendo la opción del autobús, esta opción no la vemos muy recomendable, sobre todo si llevas un presupuesto ajustado.
Coche de alquiler
Si tienes pensado alquilar un coche desde el inicio para moverte el país, esta puede ser una buena opción. Ahora bien, ten en cuenta que tendrás que dejar el coche aparcado en los alrededores del hotel, y casi seguro, será una zona azul, con lo que te tocará desembolsar unos cuantos euros.
De estas tres opciones, nosotros escogimos el autobús, y sin duda es la opción que te recomendamos.
Qué visitar en Stavanger
Preikestolen
Aunque no está en Stavanger, pero la gran la mayoría de gente que viene a esta ciudad, viene buscando una cosa: Visitar el Preykestolen. Pero…¿qué es el Preykestolen? No es ni más ni menos que un capricho de la naturaleza en forma de trampolín que se asoma desafiante al Lysefjorden. En la próxima entrada de Noruega os contaremos en detalle cómo visitarlo.
Old Stavanger
Este es un barrio encantador con todas las casas hechas de madera pintada de blanco. Dicho barrio tiene un montón de boutiques que hará las delicias de cualquier persona. Las calles adoquinadas, las flores y las jardineras hacen de este lugar un sitio imprescindible. La visita a este barrio, no os llevará más de una hora.
Museo del petróleo (Norsk Oljemuseum)
Un museo muy completo dedicado al oro negro y a todo lo que tiene que ver con él. Merece la pena su visita, ya que hay que recordar que los pilares económicos sobre los que se sustenta Noruega es el petróleo.
Sverd i fjell
Aunque nosotros no pudimos visitarlo por falta de tiempo (aunque lo vimos desde la carretera en el autobús que va desde el aeropuerto a la ciudad), es una de las típicas estampas de la ciudad de Stavanger. Es un monumento compuesto por tres espadas (10 m de altura) incrustadas en una roca que se asoma a un fiordo. Dicho monumento conmemora la batalla de Hafrsfjord que aconteció allí en el año 872, en cuyo año el rey Harald Fairhair reunió toda Noruega bajo su corona.
*Imagen obtenida de Flickr
Perderse por Stavanger
Es una obligación deambular por las preciosas calles de esta ciudad. Sus casas de colores, sus bares, sus chocolaterías os encantarán.
Esto es sólo un resumen de lo que a mi parecer, es lo más interesante de la ciudad. Stavanger da mucho de sí, pero los días eran los que eran y teníamos que ajustarnos al planning.
Llegamos a Stavanger
Nada más subir al autobús, nos preguntaron el hotel en el que íbamos a estar alojados, y muy amablemente nos indicaron en qué parada teníamos que bajarnos.
Una vez que llegamos a la parada que nos indicaron, nos tocó desplegar un mapa que llevábamos para ubicarnos y poder llegar al hotel. Al ser una ciudad pequeñita, no tardamos mucho en ubicarnos, y en apenas 15 minutos estábamos ya en el hotel. Se trataba del Best Western Plus Victoria, un hotel céntrico y con buenas instalaciones, aunque cuando fuimos nosotros, estaban de reformas y estaba todo patas arriba. Pero bueno, cuando vamos de viaje, la verdad es que al hotel no le damos mucha importancia, con que esté limpio y bien ubicado, o por lo menos bien comunicado con el centro, es suficiente.
Llegados al hotel, tocaba la rutina de siempre, dar de comer a Daniel, ordenar un poco las maletas, coger la cámara de fotos, y……listos para descubrir nuestro nuevo destino!!
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta de reconocimiento a los alrededores de la ciudad para ubicarnos correctamente. Estuvimos andando por Skagenkaien (el puerto de la ciudad) y viendo los tremendos cruceros que estaban atracados en el puerto. También estuvimos dando una vueltecilla por los alrededores de la Catedral de Stavanger y prácticamente se nos hizo la hora de comer. Como somos muy precavidos, traíamos unos bocadillos de casa así que dimos buena cuenta de ellos.
Con el estómago saciado, nos encaminamos a Gamle Stavanger: la parte antigua de la ciudad.
Este barrio consta de casas de madera construidas entre el siglo XVIII y el siglo XIX. Este barrio debe su existencia a un tal Einar Heden. Durante la Segunda Guerra Mundial, había planes de derrumbar esta zona. Pero el ya mencionado Einar Heden se opuso rotundamente a este plan. Dicha oposición salvó al barrio de su destrucción.
Aparte de las típicas casas de madera, Gamle Stavanger dispone de algún que otro curioso museo como puede ser un museo dedicado a las latas….si, habéis leído bien, un museo dedicado a las latas de conserva. Nosotros no lo pudimos visitar ya que estaba cerrado.
Tras visitar Gamle Stavanger, fuimos a dar una vuelta más concienzuda por los alrededores de la Catedral de Stavanger. En concreto estuvimos dando un paseo por un lago lleno de patos y cisnes que hicieron las delicias de Daniel.
Después de innumerables fotos a Daniel con los cisnes, queríamos echar un vistazo a una calle que llevábamos apuntada de casa: Øvre Holmegate. Las casas de esta calle fueron construidas alrededor del año 1860, pero un incendio acabó con dichas casas. Más tarde se construyeron un total de 20 casas pintadas de blanco.
Si veis las fotos, hay de todos los colores menos de blanco. ¿Entonces? En el año 2005, un tal Tom Kjorsvik se cansó del color blanco e inició un proyecto para pintar las casas del barrio de colores llamativos. Para ello, contó con la ayuda del artista Craig Flannagan.
Actualmente, la mayoría de esas casas son cafeterías y teterías. Nosotros aprovechamos para descansar y tomar un café enorme. Por lo menos, en la cafetería donde estuvimos, no entendían el concepto de café expresso.
Se hacía de noche y nuestros cuerpos no daban para mucho más después del supermadrugón que nos habíamos pegado. Así que sólo no quedaba volver al hotel y cenar algo por el camino.
Noruega había comenzado muy bien.