Museo Ferrari – Día 7 Visita a la meca del automovilismo
Me encantan los coches, y como cualquier aficionado que se precie, visitar Maranello era todo un sueño por cumplir.
Aprovechando nuestro viaje a Italia, queríamos conocer de primera mano el gran museo que Ferrari tiene en su sede en Maranello.
Cuando estuvimos viendo cómo ir de Florencia a Maranello, vimos que ir en transporte público era bastante complicado, ya que había que hacer varios trasbordos tanto si íbamos en tren como si íbamos en autobús.
Así que nos decidimos por la opción más cómoda: el coche de alquiler. Y además, si vas a visitar Maranello, ¡¡qué mejor manera que hacerlo que en coche!!!
La distancia que separa Maranello de Florencia es de unos 140 kilómetros, que se cubren en una hora y media aproximadamente.
A las 8 de la mañana, ya estábamos en la oficina de alquiler de coches recogiendo nuestro humilde Fiat 500 comparado con las bestias que íbamos a ver en breve.
Con toda la ilusión del mundo, programamos nuestro GPS (siempre viajamos con él) y pusimos rumbo hacia Maranello. Si sois de marearos fácilmente, os recomiendo que toméis biodramina ya que en algunos tramos la autovía es revirada.
No serían ni las 11 de la mañana cuando por fin pudimos tomar la tan ansiada fotografía.
Si vais en coche, debéis saber que justo enfrente de la entrada al museo existe un parking gratuito por lo que no hay ningún problema de aparcamiento.
Al aparcar en el parking, te das cuentas que esta pequeña ciudad de apenas 17000 habitantes vivo por y para Ferrari, y si escuchas atentamente, seguro que oirás el rugido de algún motor en el cercano circuito de Fiorano o de algún Ferrari quemando rueda en el asfalto de la ciudad paseando a uno de los muchos turistas que no tienen reparo en gastarse 300, 400 o 500 euros por dar una vuelta de 20 minutos por la ciudad.
En el mismo parking que hay en el museo ya tienes un aperitivo de lo que te vas a encontrar dentro.
Tras echar un montón de fotos, nos dispusimos a pasar al interior. El precio de la entrada es de 11€ (Febrero 2017). Podéis ver toda la información en la web oficial del museo.
Una vez que entras dentro, lo primero que te encuentras es con una selección de Ferraris de competición de la década de los 40-50, como es el Ferrari 166 F2 que tuvo el honor de ser el primer Ferrari de competición.
Seguimos avanzando por la exposición y nos topamos de bruces con el espectacular Ferrari 512 M que participó en las míticas 24 horas de Le Mans.
Si en algo ha destacado Ferrari (y yo creo que lo ha hecho en todas las competiciones) es en la Fórmula 1, por lo que no es de extrañar que en el museo existan unos cuantos monoplazas de distintas épocas como el espectacular V12 de 1990 que fue pilotado por Alain Prost.
Debido a que Ferrari le debe mucho a la F1 y la F1 le debe mucho a Ferrari, no es de extrañar que la sala más espectacular del museo esté dedicada a los monoplazas de esta competición en la que se pueden ver varios monoplazas pilotados por el que posiblemente haya sido el mejor piloto de la historia de Ferrari: el inigualable Michael Schumacher.
Tras deleitarnos con todos estos coches de competición, tocaba el turno de los coches de calle, no menos espectaculares que sus hermanos de competición.
Comenzábamos por el clásico Ferrari 195 Inter, del que sólo se produjeron 27 unidades.
Saltamos unos cuantos años hacia adelante para encontrarnos con el ESPECTACULAR Ferrari Enzo, un coche que propició muchos comentarios ya que para algunos era horrible mientras que para otro era muy bonito. Yo era de los que decía que era horroroso, pero una vez que lo vi al natural, cambié de opinión. Juzgad vosotros mismos.
Una vez visto esa monstruosidad, tocaba el turno del que probablemente sea el Ferrari más mítico de la historia de la marca: el F40. No había tenido la oportunidad de ver nunca ninguno en directo, y tengo que decir que cuando lo ví, sentí un flechazo ya que es aún más bonito cuando lo tienes a 1 metro de tí.
Por último, queremos destacar otros dos modelos que nos parecen una obra de arte: el Ferrari 458 y el Ferrari 360. Para romper la monotonía, el primero era de color amarillo mientras que el último se encontraba en color gris……aunque para mi gusto un Ferrari tiene que ser rojo sí o sí.
Tras mucho babear imaginando ser en algún momento el afortunado poseedor de semejante máquina, tocaba volver a la realidad, y conducir nuestro minúsculo Fiat 500 de vuelta a Florencia.
Me quedé con muchas ganas de conducir un Ferrari por las calles de Maranello, cuna de la marca, pero los 300 o 400 euros que nos pedían por apenas 15 minutos nos parecía abusivo.
Como amante de los coches, el día no podría haber ido mejor. Pero aún quedaba mucho viaje por delante y es que Florencia nos esperaba.
2 Comments
Viajarsinrumbo
Que chulo el museo, lástima que fuese tan caro conducirlo.
Un abrazo!
latitude
El museo es una pasada para los amantes del automovilismo!! Aunque me quedé con muchas ganas de conducir uno, pero es cierto que el precio nos pareció un tanto abusivo. Saludos!!