Qué ver en Djurgarden, la isla de los museos Conociendo Skansen, un museo al aire libre
Si veis el planning que hicimos antes de nuestro viaje, para este día teníamos pensado visitar las raíces vikingas del país sueco. Para ello, nada mejor que acercarse a la ciudad vikinga de Birka situada en la isla de Björkö.
Indagando el día de antes, vimos que el viaje consistía en un trayecto en barco de algo más de dos horas. Una vez allí, un guía te va acercando a las escasas ruinas vikingas que quedan en Birka. Además, el paseo por la isla es campo a través, lo que se iba a hacer muy incómodo con una silleta de bebé como íbamos nosotros. Teniendo todo esto en cuenta, decidimos cambiar nuestro planning sobre la marcha y dedicarlo a conocer más exhaustivamente lo que ofrece Estocolmo (que no es poco).
Leyendo nuestra guía Lonely Planet así como varios foros de internet, vimos que la gente recomendaba una visita a la isla Djurgarden, donde se encuentra un museo al aire libre, que ya os adelanto, es una auténtica maravilla, Skansen.
Pero además de Skansen, dicha isla ofrece multitud de opciones para el turista, ya que en Djurgarden podemos encontrar el museo Vasa, que alberga el famoso navío sueco que naufragó apenas 20 minutos después de ser botado, el museo ABBA, que ya podéis intuir a qué está dedicado, o el Nordiska Museet, entre otros muchos.
Así que con este cambio de planning sobre la marcha, comenzaba un nuevo día en la capital sueca. ¡¡Vamos allá!!
Tras el dulce sobresalto del despertador en vacaciones (¿os hemos dicho ya que nos gusta madrugar estando de viaje?), saciábamos nuestros estómagos con el exquisito desayuno que servían en nuestro acogedor hotel. Aunque teníamos casi media hora andando desde el hotel hasta Djurgarden, preferimos ir andando en lugar de tomar un autobús, ya que el día era soleado y nos apetecía andar y seguir descubriendo la ciudad a golpe de zapato.
Llegamos a Djurgarden cruzando por el puente Djurgardsbron desde donde pudimos obtener unas bonitas fotos de la bahía de Estocolmo, una de las más bonitas que hemos visto en nuestros viajes.
Nada más entrar a la isla, teníamos la difícil elección de elegir los museos que queríamos visitar. El primero que elegimos fue uno dedicado a los más peques. Daniel es un auténtico aficionado a los animales (casi como cualquier niño de tres años), así que comenzamos nuestra visita por el Aquaria Vatennmuseum, un acuario que cuenta con numerosas especies que hicieron las delicias de Daniel y Hugo.
Los peques disfrutaron mucho de la visita al acuario. Especialmente disfrutaron de una especie de minitúnel transparente por el que podían pasar mientras los peces pasaban por encima de sus cabezas.
Así mismo, la zona de peces tropicales también fue de las más aclamadas por Daniel, donde veía por primera vez peces iguales que sus juguetes….»mira mamá, ¡¡ese es como el que tengo yo!!!»
Una vez que salimos del acuario, nuestro destino estaba claro, queríamos ver y pasear por, lo que dicen, es uno de los mejores museos al aire libre, Skansen.
Tras recoger nuestras entradas (gratuitas ya que disponíamos del Stockholm Pass), entramos a Skansen y la primera impresión fue buenísima. Se trata de una especie de pueblo-museo en donde puedes visitar todas las casas. En muchas de ellas, hay gente con vestidos y trajes de la época en donde te enseñan cómo vivían los suecos durante los últimos siglos (soplado de vidrio, fabricación de pan, etc…).
Como decimos, el paseo se hace muy agradable (si obviamos los adoquines para los que vamos con silletas…) ya que en todo momento da la sensación de que te has transportado al siglo XIX. Todas las casas están realizadas en madera de diferentes colores perfectamente caracterizadas. Sólo sabes que estás en tu época debido a los turistas con cámaras colgadas al cuello.
Durante nuestro paseo, nos encontramos de frente con un pequeño zoo (donde los animales se veían muy bien cuidados). Daniel, que está al loro de todo, nos «obligó» a entrar para ver a sus queridos animales, así que…allá que fuimos nosotros.
Lo que más nos gustó es la zona de los lemures, y es que puedes entrar a la jaula en la que se encuentran. Por supuesto, está totalmente prohibido tocarlos para evitar cualquier tipo de susto.
También disfrutó mucho viendo a los cocodrilos, y no es para menos ya que uno de sus juguetes preferidos es…pues eso, un cococodrilo.
Tras ver unos cuantos animales más, decidimos salir al exterior para hacer un alto en el camino y saciar nuestros estómagos.
Tras un pequeño tentempié, continuamos nuestra visita donde los edificios con aspecto muy antiguo (que no viejo) seguían desfilando ante nuestros ojos.
Especialmente nos gustó una iglesia realizada completamente en madera, cuyo techo interior estaba pintado al igual que muchas catedrales de hoy en día.
Seguimos paseando por Skansen y fuimos a parar a una preciosa zona de pequeñas casas rodeadas de coloridos jardines. No faltaba ningún detalle. Incluso, tres mujeres estaban allí tan tranquilamente tomando un té.
En nuestro paseo incluso tuvimos la oportunidad de probar una actividad que no habíamos realizado nunca, montarnos en unos zancos. Para ser justos, diremos que a Laura se le daba bastante mejor que a mí, ¿verdad Laura?
Tras esta curiosa actividad, pusimos rumbo a uno de los museos que más ganas teníamos de ver, el museo Vasa.
El museo Vasa se encuentra apenas a 5 minutos andando de Skansen. Nada más llegar al edificio, lo primero que nos gustó fue el exterior del mismo, ya que se encuentra decorado simulando a un barco con sus mástiles y todo.
Una vez visto el exterior, nos dispusimos a entrar al interior, canjeamos nuestros tickets de entrada, avanzamos unos metros y….ahí estaba. Una de esas construcciones que no se olvidan fácilmente. El Vasa lucía en su máxima esplendor.
Realmente nos impresionó el excelente estado de conservación en el que se encontraba. El museo consta de seis plantas desde las que se obtienen fantásticas vistas al navío. En cada planta te cuentan algo acerca del barco, personas a bordo, hundimiento, recuperación del mar, restauración,…
Una de las plantas está centrada en las personas que iban a bordo en el momento del hundimiento. Merece especial atención las figuras de cera que se han realizado a partir de estudios de los huesos encontrados. Realmente parece que en cualquier momento van a hablarte.
En el recorrido, puedes apreciar el barco desde cualquier ángulo. Sin ninguna duda, la parte que más nos gustó fue la popa del barco, donde pudimos ver una especie de retablo ricamente tallado con diversas figuras. ¡Un 10 para el maestro constructor!
Además, también es posible observar perfectamente la cubierta del barco tal y cómo fue construida hace casi 400 años.
En definitiva, nos pareció un museo espectacular donde aprendimos todo lo que concierne a este navío sueco.
El resto de la tarde simplemente lo pasamos paseando por Estocolmo sin rumbo fijo, algo muy recomendable que hacer en la capital sueca.
De esta manera dábamos por concluida nuestra visita a Estocolmo y quedábamos a la espera de que llegara el día siguiente en el que haríamos nuestro debut en el mundo de los cruceros.
El viaje no había hecho más que comenzar.
2 Comments
Alicia de Trotajoches.
Como me gusta esta isla, y el museo Vasa, una maravilla. Todavía recuerdo el olor que desprendía el barco. Cómo por aquel entonces Diego no existía en nuestras vidas no fuimos a Aquaria Vatennmuseum ni a otros muchos claro. Pero son perfectos para ir con niños. Un post muy bonito. Me encanta tu familia 🙂
latitude
Muchísimas gracias Alicia!!! A nosotros nos encantó el Museo Vasa!!