Visitando el Parlamento de Budapest….y mucho más – Día 2 Una visita al corazón de la ciudad
Tras nuestra pequeña escala en Barcelona, ahora sí, tocaba visitar una de las perlas del Danubio. Una ciudad que atesora tanta historia que puede llegar a ser abrumadora. Una ciudad que ha sabido recomponerse de los yugos nazis y soviéticos para llegar a ser hoy una de las ciudades más turísticas de Europa. ¿Comenzamos?
Queríamos comenzar nuestra visita viendo el día a día de los ciudadanos de Budapest, y para ello, nada mejor que ir al Mercado Central, donde la gente se muestra tal y cómo es.
Nada más poner los pies en el Mercado, uno ya percibe los típicos olores de casi cualquier mercado del mundo. Los puestos de carne, pescados, embutidos,…invaden el gran espacio central. La mejor manera de observarlo es, aparte de por supuesto callejear entre sus tiendas, subir al piso de arriba desde el que obtendréis una bonita vista. En la parte de arriba, tenéis pequeños puestos de comida en los que es posible comer por muy poco dinero. Pero como era bien temprano, nuestros estómagos aún no pedían combustible, por lo que, tras echar un último vistazo, volvimos a salir a la calle.
Nuestro siguiente destino estaba claro, no queríamos dejar pasar más tiempo sin conocer el gran icono de la ciudad: su Parlamento.
Para ir desde el Mercado Central, en el que nos encontrábamos, hasta el Parlamento, os recomiendo que atraveséis la calle Váci Utca, ya que junto con la Avenida Andrassy, es la calle más importante de la ciudad. Es una calle peatonal en la que se agolpan comercios entregados al turismo.
Visto pués el itinerario que íbamos a seguir, abandonamos el Mercado Central para adentrarnos en Váci Utca. Es la típica calle de cualquier ciudad europea en la que comprar algún recuerdo. Tras un agradable paseo a lo largo de la calle, fuímos a desembocar a la plaza Vörösmarty que es, como hemos comentado antes, el lugar en donde se encontraba una de las puertas que daba acceso antiguamente a la ciudad. Desde Vörösmarty al Parlamento os recomiendo que vayáis por la orilla del Danubio, ya que..¿qué mejor manera de alcanzar el símbolo del país que bordeando la orilla del mítico Danubio? Dicho y hecho, nos desvíamos hacia la orilla del Danubio y comenzamos nuestra andadura. De camino pasaréis por el que posiblemente sea el hotel más lujoso de la ciudad como así lo atestiguarán los coches que os encontraréis aparcados en la entrada. Estamos hablando del Four Seasons Hotel.
Y ahora sí, tras un agradable paseo, se alzaba ante nosotros majestuosamente el gran símbolo de la ciudad y del país: el Parlamento.
La primera imagen que tuvimos del edificio fue de la parte trasera ya que es desde donde se accede al interior. Ya podíamos advertir las famosas torres puntiagüdas por las que se distingue esta construcción. Hicimos tiempo por los alrededores hasta que llegase la hora de entrar al interior.
Una vez dentro, nos impresionó el lujo con el que está decorado el interior. El mármol y los motivos dorados, hacían acto de presencia en cualquier rincón. Además encontramos objetos muy curiosos como un «portapuros» donde los parlamentarios podían dejar sus puros mientras charlaban por los pasillos.
Mirábamos fascinados a cualquier rincón del edificio. Estatuas, motivos religiosos, bustos de personalidades se agolpaban en cualquier rincón al que desviases la mirada. Tuvimos incluso la suerte de asistir al cambio de guardia que se realiza en la Sála de la Cúpula. Dichos guardias se ocupan exclusivamente de proteger las reliquias de San Esteban, todo un símbolo del país.
Con un poco de pena debido a que se acababa la visita, abandonamos el Parlamento para continuar nuestra visita a la ciudad. Nuestro próximo destino sería la Basílica de San Esteban, el icono religioso de la ciudad.
De camino os recomiendo que atraveséis el Parque de la Libertad en donde se expone un gran monumento en honor al pueblo ruso que liberó a la ciudad de los nazis.
Igualmente, en una de las esquinas del parque (la que queda más cerca del Parlamento), podréis encontrar una bonita estatua de Nagy Imre, que fuera Primer Ministro Húngaro en la década de 1950, a Laura le gustó bastante e incluso tuvo una animada charla con el político, ¿de qué hablásteis Laura?
Entre estatuas y monumentos, el paseo se nos hizo realmente corto y, antes de que nos diésemos cuenta, ya nos encontrábamos enfrente de la Basílica.
Tras ver su bonita fachada, decidimos entrar al interior. Tras ver cientos de iglesias alrededor de todo el mundo, el interior no nos sorprendió excesivamente. Si hay algo que nos gusta de cualquier sitio elevado es la posibilidad de ver tus alrededores desde otra perspectiva, por lo que no nos lo pensamos nada y pusimo rumbo a la torre de la Basílica. La subida se hace por una bonita escalera de caracol. Desde arriba tenemos una vista de 360º de toda la ciudad.
Para no faltar a la verdad, debemos decir que las vistas no son nada del otro mundo. Sin duda alguna, las mejores vistas de la ciudad se debían tener desde el Castillo de Buda, al otro lado del río, desde donde admirar en todo su esplendor el espectacular Parlamento que habíamos visitado hacía tan sólo unos minutos. Después de un último vistazo, salimos a la calle para dirigirnos a otro lugar bien distinto: la Isla Margarita.
Para ir a Isla Margarita, teníamos que cruzar por uno de los muchos puentes con los que cuenta la ciudad, en el que se encuentra el acceso a la isla. Lo mejor del puente son sin duda, las espectaculares fotos, ahora sí, de la fachada principal del Parlamento.
Tras deleitarnos con semejantes vistas. Accedimos a la isla.
Nada más entrar, os encontraréis unos cuantos puestos de alquieres de bicis, coches a pedales e incluso coches eléctricos. Puesto que la isla es bastante grande, nos decantamos por la opción del coche a pedales, sin duda algo diferente al resto.
La verdad es que pasamos una tarde agradable donde sacamos nuestra vena de la niñez.
Y es que, en Budapest es imposible aburrirse!!!
2 Comments
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Laura
Me parto!!! .con las ultimas fotografías, la verdad que momentos. Y lo que «hablaba» pues la verdad verdad que era un poco callado, pero muy correcto eso si, una paciencia el señor que anda