Visita al Castillo de Praga – Día 7 Un castillo diferente a los demás
Cuando uno piensa en un castillo, la primera imagen que le viene a la mente es la de la típica fortaleza con torreones pensado para defender una ciudad o un emplazamiento como El Castillo del Rey Loco, que viéramos en nuestro viaje navideño por el sur de Alemania y los Alpes austríacos. Pero de lo que estamos seguro es que a poca gente le vendrá una imagen parecida al Castillo de Praga.
Y es que, más que un castillo al uso, el Castillo de Praga es un conjunto de palacios y edificios conectados por plazas y preciosas calles
El día comenzó temprano ya que el recinto del castillo es muy amplio y queríamos aprovechar el día al máximo. Así que tras un pequeño madrugón y nuestro correspondiente desayuno, bien temprano ya estábamos en la calle camino de nuestro nuevo destino. Para ir de nuestro hotel al castillo, obligatoriamente teníamos que cruzar el río Moldava. Aunque existen numerosos puentes que lo cruzan, obviamente queríamos volver a pisar el precioso Puente de Carlos que viésemos el día anterior. Además a estas horas había mucha menos gente que el día anterior.
Tras cruzar el puente, llegábamos al barrio de Malá Strana por el que la empinada calle Mostecká nos daba la bienvenida.
Llegados a la altura de la Iglesia de San Nicolás (no confundir con la iglesia del mismo nombre que se encuentra en la Plaza del Ayuntamiento) giramos a mano derecha y luego a mano izquierda para subir por la calle Nerudova donde al final de esta se encontraba nuestra recompensa.
Tras una buena caminata, por fin se desplegaba ante nosotros toda la magia del Castillo. Lo primero con lo que nos encontramos fue con el Antiguo Palacio Real.
Había gente amontonada por todos sitios y no entendíamos muy bien por qué, hasta que una música que empezamos a escuchar nos dio la solución. Resulta que habíamos llegado a la hora exacta en la que se realiza el cambio de guardia (11 de la mañana).
La ceremonia no es tan espectacular como aquella que viéramos en Londres pero está curiosa de ver.
En cuanto finalizó, pasamos al interior del recinto dispuestos a comprar nuestros dos tickets para visitar el castillo.
Nosotros optamos por el Circuito B ya que incluía todo lo que queríamos ver. Lo primero que visitamos fue el Palacio Real con el espectacular salón de Vladislav al frente. Una sucesión de salas y salones se iban desplegando ante nosotros indicando que esta gente no vivía nada mal…
Tras un pequeño paseo por el Palacio, nuestro siguiente destino sería la Catedral de San Vito.
Recuerdo perfectamente la primera palabra que salió de mi boca cuando vi su fachada: «Preciosa».
Y es que cuando uno se encuentra ante la fachada principal (la cuál está encajonada justo a la espalda del Palacio), esa es la primera palabra que le viene a la mente. Pero no hay que quedarse sólo con esta imagen de la Catedral, el resto del edificio es igualmente impresionante.
La primera imagen que tuvimos al entrar a la Catedral fue la de la espectacular nave central con sus altos pilares góticos. También nos sorprendió de igual manera los numerosos rosetones y las numerosas vidrieras de vivos colores que pueblan las paredes de la Catedral.
Tras visitarla a fondo, podemos decir que es una de las catedrales más bonitas que hemos visto nunca, y eso que conocemos unas cuantas ya!!
Con la visita realizada, tocaba el turno de la que, probablemente, sea la calle más bonita de la ciudad: el Callejón del Oro.
Cuando comenzamos nuestra andadura por esta calle de bonito nombre, debemos reconocer que nos enamoró desde el primer instante. Una sucesión de diminutas casitas de vivos colores, hacían las delicias de los turistas que allí nos agolpábamos intentando obtener la mejor fotografía de la calle. Empezamos a recorrerla muy lentamente, entrando a todas las casas. Sin ninguna duda, las que más nos llamaron la atención fueron las tiendas que se dedicaban a vender marionetas.
De entre todas las casas, hay dos que sobresalen sobre el resto:
- Número 22. Esta casa, aunque no es la más bonita de la calle, destaca porque entre sus cuatro paredes vivió entre 1916 y 1917 un tal…Franz Kafka, uno de los escritores más influyentes del siglo XX.
- Número 19. Para nosotros, sin ninguna duda, se trata de la casa más bonita de la calle. Pintada de un llamativo color azul, es una diminuta casa que cuenta hasta con su diminuto «jardín» y su diminuta buhardilla. La verdad es que nos pareció preciosa.
Os recomiendo pasear tranquilamente por la calle y entrar en todas las tiendas ya que todas ellas tienen algo que ofrecer.
Al final de la calle, pasábamos de la alegría de los colores de la calle, a la tristeza que imprime la Torre Daliborka.
Actualmente, en la Torre Daliborka podemos ver todo tipo de utensilios utilizados para la tortura. ¿Qué sería de nosotros si todo ese derroche de imaginación se hubiese usado en buscar el bienestar y no en destruirlo?
Tras salir con los pelos de punta de la torre, dábamos por concluida nuestra visita al espectacular Castillo. Nuestro siguiente objetivo se encontraba en el monte Petrin, donde subiríamos a la Torre Petrin .
El monte Petrin es, probablemente, el mirador más famoso de Praga. Por su cercanía al Castillo de Praga, resulta una visita muy recomendable el mismo día que visitéis el Castillo, tal y cómo hiciéramos nosotros. Su altura, de casi 140 metros, hacen de este monte el lugar idóneo para ver la ciudad desde las alturas. Si, por el contrario decidís ir directamente desde Mala Strana sin pasar por el Castillo, debéis saber que existe un funicular que parte de la calle Újezd. El horario de funcionamiento de este funicular es de 09:00 a 23:30. La duración del trayecto es de unos 4 minutos y su tarifa general es de 1.25€ (Julio 2017). Si queréis ampliar la información de dicho funicular, podéis hacerlo desde esta web.
Desde el Castillo a la Torre Petrin, el paseo es muy agradable a lo largo de un sendero que serpentea árboles frutales.
De camino a la torre, os encontraréis con el Laberinto de los Espejos. El exterior del edificio parece un castillo en miniatura pero una vez que os adentráis, los muros de piedra dejan paso a muros de cristal que harán las delicias de los más pequeños (y de los no tan pequeños) de la casa.
Especialmente si vais con niños, es una visita que deberéis hacer casi obligatoriamente. Cuando uno viaja con niños, hay que planificar los viajes teniendo en cuenta que viajáis con ellos, y hay que incluir destinos y puntos de interés que les resulten atractivos, y este en Praga, es uno de ellos. La tarifa general es de 3.5€. En este enlace tenéis todos los precios y horarios disponibles.
Una vez que entramos dentro del laberinto, disfrutamos como niños echándonos fotos en todos los tipos de espejos. Espejos que nos convierten en enanos, en personas muy delgadas o muy gordas, con las piernas muy largas,….Sólo hay que olvidarse de ser tímido y aprender a reirse de uno mismo.
Tras pasar un rato divertido, salimos al exterior buscando la famosa Torre Petrin. Apenas 20 metros separan la torre del laberinto.
A primera vista, resulta inevitable comparar la Torre Petrin con la Torre Eiffel aunque cuando uno se va acercando poco a poco, se da cuenta de que realmente no se parecen tanto.
La planta superior de la torre, que se encuentra a 51 metros de altura, está a su vez a 200 metros de altura sobre el río Moldava lo que hace que desde aquí se obtengan las mejores vistas de Praga. El precio de la entrada general es de unos 5.8€ (Julio 2017). Desde Abril a Septiembre, la torre se encuentra abierta desde las 10:00 a las 22:00. En este enlace podéis consultar todos los horarios y todos los precios disponibles.
Para subir a la planta superior tenéis la opción de subir por una escalera o por ascensor. Nosotros, que somos muy valientes, optamos por subir por las escaleras…aunque tuvimos que hacer una parada a mitad de subida.
Una vez arriba, el esfuerzo merece totalmente la pena ya que las vistas, tal y cómo leímos en nuestra guía, son las mejores de la ciudad.
Desde aquí podremos ver, entre otras cosas, unas impresionantes vistas del Castillo de Praga con la Catedral de San Vito a la cabeza.
Si giramos la cabeza apenas unos grados a la derecha, podremos ver las vistas más deseadas desde la torre: el Puente de Carlos con la Iglesia de Tyn al fondo. La pena es que el día estaba nublado e incluso estaba chispeando, pero aún así, el esfuerzo mereció la pena.
La noche se nos echaba encima, así que comenzamos nuestro descenso buscando la calurosa acogida de la ciudad. De camino a Stare Mesto (Ciudad Vieja) queríamos ver con nuestros propios ojos una curiosidad que leímos en nuestra guía.
Y es que Praga se jacta de tener la calle más estrecha del mundo. La verdad es que no se sabe si es cierto, ya que varias ciudades se atribuyen tal récord. De lo que podemos dar fe es que realmente es muy estrecha.
Situada en la calle U Lužického semináře 24, es un pasadizo que une dicha calle con el restaurante Čertovka. Fijaos si es estrecha que dispone de un semáforo para regular el tránsito de peatones.
Tras esta curiosidad, era hora de volver a nuestro hotel para un merecido descanso. Antes, hicimos una pequeña parada para fotografiar nuestro querido Puente de Carlos por la noche. Una vista perfecta para despedir el día.
2 Comments
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latitude
Muchas gracias por compartir el relato!!!