Visita al corazón de Praga – Día 6. Parte 1. Josefov, el barrio judío de Praga
Hoy era uno de esos días que no quieres que acabe jamás ya que tocaba visita a los puntos más conocidos, famosos y espectaculares de la ciudad. Y hablando de Praga, eso significa muchísimo.
Conocida como la Ciudad de las Cien Torres, ya en el año 1649 se aprecia en un grabado unas 150 torres. Aunque dicho término no se acuñó hasta el siglo XIX cuando el político austriaco Joseph von Hormayer la llamó así. Actualmente, en la capital checa se pueden observar unas 500 torres, pero si sumamos las torres pequeñas de los apartamentos privados, se pueden contar más de 1000 torres en total.
Evidentemente, no nos sentíamos con fuerza de explorarlas una a una, así que nos tuvimos que centrar en las más importantes.
El día queríamos comenzarlo conociendo una de las torres más importantes que se conserva actualmente: la Torre de la Pólvora.
Tras el desayuno, apenas 10 minutos nos separaban de la torre. Cuando llegamos y la vimos, tuvimos sentimientos encontrados. Por un lado, nos impresionó su tamaño teniendo en cuenta que se trata de un edificio del siglo XVI. Por otro lado, no nos gustó el estado de conservación en el que se encontraba, bastante ennegrecida debido a la contaminación de la ciudad. No obstante, recomendamos su visita ya que se trata de un edificio histórico de la ciudad.
Una de las curiosidades de la torre es que cuenta con un puente cubierto que une la torre con la Casa Municipal formando una curiosa silueta. Y decimos que es curiosa ya que la torre está construida según el estilo gótico mientras que la Casa Municipal es uno de los edificios más representativos del estilo art noveau.
Tras admirar la bonita fachada exterior de la Casa Municipal, decidimos pasar al interior del edificio. Si no estáis interesados en ver la sala de conciertos del interior, debéis saber que podéis pasar a la cafetería que hay en el hall del edificio para admirar su bella arquitectura.
Tras la foto de rigor, volvimos a salir al exterior para hacer una curiosa visita: la Iglesia de Santiago.
Aunque no suele ser una parada obligatoria para los turistas, habíamos leído en nuestra guía de viajes algo que queríamos ver con nuestros propios ojos. Cuando entramos a la Iglesia, lo primero que nos sorprendió fueron las dimensiones de la nave central con varias obras y un montón de decoración que, a nuestro parecer, estéticamente hace que el interior esté demasiado sobrecargado.
Seguimos escudriñando la iglesia con la mirada, y lo siguiente que nos llamó la atención fue el majestuoso órgano barroco que data del año 1702. Parece ser que la acústica de la Iglesia es excepcional y se realizan numerosos conciertos a lo largo de todo el año. En esta web podéis ver el calendario de conciertos de la Iglesia.
Pero nosotros buscábamos el curioso “objeto de decoración” por el que es famoso esta Iglesia. Tras mucho buscar, por fin dimos con él: un brazo humano momificado. Sí, como leéis. Según cuenta la leyenda, un ladrón trató de robar las joyas de una estatua de la virgen y está atrapó su brazo en dicha estatua. Para liberar al ladrón, la única manera posible fue cortarle el brazo, quedando este expuesto como advertencia a los demás ladrones.
Tras esta curiosa visita, continuamos nuestro paseo por la ciudad. En esta ocasión, tal y como hicimos la tarde anterior, fuimos hasta la orilla del río Moldava para ir bordeándolo en busca de nuevos objetivos. Nos dimos cuenta que el río supone una importante fuente de ingresos para la ciudad, ya que numerosos barcos se agolpaban en las orillas en busca de turistas o mercancías. Se trata de una zona bastante animada de la ciudad.
Uno de los edificios que más nos impresionó, debido a su tamaño, fue el Rudolfinum, que se trata de la sede oficial de la Orquesta Filarmónica Checa.
Existe la posibilidad de visitar su interior realizando un tour guiado. Los tickets los podéis reservar vía email o telefónica, o bien, comprarlos in situ en las taquillas del edificio. No se trata de una visita estrella de la ciudad por lo que no creo que tengáis problemas de esperas. No obstante, os dejo la web oficial por si queréis aseguraos. El precio del tour es de algo menos de 8€ si hacéis la visita en inglés (Julio 2017).
Al llegar al Rudolfinum, giramos a mano izquierda para adentrarnos en el barrio judío de la ciudad, barrio conocido como Josefov.
Josefov es como una mini-ciudad dentro de otra ciudad. El núcleo importante de cara al turista consiste en visitar las 6 sinagogas y el cementerio judío.
Comenzamos paseando por Josefov buscando todas esas mezquitas por las que está compuesto el barrio. Tras verlas por fuera (son bastante sobrias) teníamos que decidir si entrábamos a verlas todas o simplemente alguna. Estuvimos preguntando y hay dos tipos de tickets:
Tras mucho pensarlo, finalmente nos decidimos por ver únicamente la sinagoga nueva-vieja que es la más representativa de todas. Por dentro, la sinagoga es bastante sobria siguiendo el estilo de la fachada exterior.
Esto no es ninguna excepción, ya que, por lo general, los interiores de las sinagogas judías suelen ser bastante espartanas en decoración. La excepción a la regla es la sinagoga de Budapest que ya viéramos en nuestro paso por la capital húngara.
Otro lugar muy recomendable a visitar en Praga es el cementerio judío, aunque nosotros no llegamos a visitarlo debido a que ya habíamos visto previamente el cementerio de la sinagoga de Budapest.
Tras terminar de ver la sinagoga nueva-vieja y dar un paseo por los alrededores, llegaba el turno de uno de los enclaves más visitados de la ciudad, el Puente de Carlos.
Volvimos a ir en dirección al río hasta encontrarnos de nuevo con el Rudolfinum, para continuar en dirección Sur. En apenas 5 minutos estábamos a las puertas del puente.
Tras un primer vistazo, ya nos dimos cuenta de que el puente es de los enclaves turísticos más visitados de la ciudad, ya que centenares de turistas cruzaban este histórico puente.
Cuando nos acostumbramos al gentío, comenzamos a disfrutar todo lo que ofrece el puente. Las estatuas se sucedían una tras otra, comenzamos leyendo todo lo que nuestra guía iba diciendo sobre ellas, pero finalmente decidimos cerrar el libro y dedicarnos a observarlas en detalle. Además, los artistas callejeros se sucedían unos tras otros. Pintores, músicos, vendedores…hacían las delicias de la gran mayoría de los turistas. A mitad del puente más o menos, llegamos a la estatua de San Juan de Nepomuceno. Por supuesto, no faltamos a la tradición y tocamos la base de la estatua pidiendo nuestro deseo. Nos lo guardamos para nosotros para que se cumpla.
Media hora después, llegamos al otro extremo del puente ya en el barrio de Mala Strana. No quisimos adentrarnos más en este barrio ya que ese iba a ser nuestro destino del siguiente día.
Volvimos a cruzar el puente en dirección a Stare Mesto para visitar el otro punto turístico más famoso de la ciudad: el Reloj Medieval.
Pero esto ya será otra historia…