Llegamos a Kioto. Los templos de Ginkaku-ji y Kiyomizu-dera nos esperan De templos va la cosa
Japón es un país de contrastes, de eso no hay no hay duda. No hay nada mejor que combinar la modernidad de Tokio con la más arraigada tradición como los templos de Nikko.
Si lo que buscamos es alejarnos por unos días de ese mundo futurista que ofrece Tokio, Japón ofrece una alternativa. Una ciudad repleta de tradicionales y preciosos templos. Una ciudad en la que no nos cansaremos de visitar los templos más bonitos que uno puede ver en Japón. El oro y la plata dan nombre a espectaculares santuarios que quedarán para siempre en nuestra memoria. Hablamos por supuesto de Kioto y sus templos.
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Toma de contacto con Kioto
Son innumerables los templos que pueblan la ciudad de Kioto. Si solo disponemos de un par de días para visitar la ciudad, debemos ser cuidadosos en elegir los templos a visitar y no caer en la «sobrevisita» para no acabar saturados de tanto templo.
Para este primer día, os traigo tres preciosos templos ideales para una primera toma de contacto con la que fuera capital del imperio japonés allá por el siglo VIII.
Pero antes, veamos cómo llegar desde Hiroshima (que es donde estábamos) a Kioto.
Como ir de Hiroshima a Kioto
La mejor manera de ir a Kioto desde Hiroshima es usando el eficiente tren japonés. Como ya hemos venido diciendo en varias ocasiones, la mejor manera de moverse en Japón es usando el tren y, para ello, tenemos a nuestra disposición el JR Pass del cuál ya os hablé en su momento. Si accedéis a la web de Hyperdia (imprescindible para organizar los desplazamientos en tren por Japón y de la cuál también os hablé en el artículo que le dediqué al JR Pass), veréis que la mejor manera es tomar un shinkansen hasta Shin-Osaka y desde ahí otro tren hasta Kioto. El trayecto total os llevará unas 2 horas y 15 minutos por lo que tendréis que madrugar para poder aprovechar el máximo tiempo de este día en Kioto.
Al llegar a Kioto, lo primero que hicimos fue localizar nuestro hotel (que se encontraba muy cerca de la estación de tren). Tras dejar nuestro equipaje, no quisimos perder tiempo alguno y nos encaminamos a conocer nuestro primer templo del día, Sanjūsangen-dō.
Sanjūsangen-dō, el templo de las 1001 estatuas
Tranquilos, no nos hemos equivocado en el número. Este templo es muy conocido debido a las 1001 estatuas de la diosa Kannon que alberga el interior del templo.
Para llegar al templo, la mejor manera es tomar el autobús. Para ello deberéis tomar bien la línea 206 o bien la 208 que os dejará en la parada Sanjūsangen-dō Mae, la cuál está justo enfrente del templo.
Tras bajarnos del autobús, cruzamos la calle y nos encontramos de frente con el recinto del templo (cuya entrada está por una calle lateral).
Precio y horario de Sanjūsangen-dō
En cuanto al horario tenemos lo siguiente:
- Del 10 de Marzo al 15 de Noviembre, de 08:00 a 17:00
- Del 16 de Noviembre al 9 de Marzo, de 09:00 a 16:00
El precio de la entrada es de 600 yenes (unos 4.8€, Febrero 2019).
Una vez que entras al recinto del templo, lo primero que te llama la atención es, sin ninguna duda, las dimensiones del recinto principal ya que cuenta con ciento veinte metros de longitud, lo que lo convierte en un edificio mucho más largo que ancho.
El nombre del templo proviene de la palabra japonesa Sanjusan que significa 33. Y es que el número treinta y tres es un número sagrado para los budistas y además, hace referencia al número de huecos que quedan entre los pilares de madera sobre los que se aguanta el templo.
Antes de entrar al interior del templo (que es donde realmente está lo espectacular del templo), os recomiendo que paseéis por los jardines del templo. ¿Os hemos dicho ya que estamos enamorados de los jardines japoneses?
Tras visitar los jardines, llegaba el momento de entrar al interior del edificio principal. El edificio data del año 1164 aunque, debido a un incendio, fue reconstruido en el año 1266.
Lo que veíamos dentro, simplemente nos dejó fascinados. Cientos y cientos de estatuas doradas se extendían ante nosotros. En concreto hay 1001 estatuas, 500 a cada lado de una estatua principal (repartidas en 10 filas de 50 columnas a cada lado). Tras el incendio, tan sólo sobrevivieron 124. Las otras 876 fueron construidas nuevamente a finales del siglo trece. Las estatuas representan a la diosa Kannon y tienen la peculiaridad de que todas son diferentes entre sí. ¡¡No existe una igual a otra!!
* Foto obtenida de Flickr
Tras maravillarnos con las estatuas (que no son de oro, si no de madera cubiertas con pan de oro), volvimos a salir al exterior para terminar de visitar los preciosos jardines. Definitivamente, como los jardines japoneses, no hay ninguno.
Ginkakuji, el Pabellón de Plata
A nuestro parecer, se trata del segundo templo más bonito de Kioto (el primero lo veríamos al día siguiente).
No nos dejemos engañar por el nombre, el templo ni está hecho en plata ni tiene un color plateado. Entonces, ¿de donde viene el nombre? Pues bien, este templo fue ideado por el shōgun Ashikaga Yoshimasa (prometemos que el hombre se llamaba así, Ashikaga jajaja) nieto de Ashikaga Yoshimitsu, que años atrás construyó el templo Kinkaku-Ji (más conocido como el Pabellón de Oro). Por diversas razones, finalmente Yoshimasa no cubrió el templo con tonos plateados, aunque el sobrenombre de Pabellón de Plata quedó para siempre.
Cómo llegar a Ginkakuji
La mejor manera es tomar el autobús, hay varias líneas que os dejan por los alrededores. La línea que más cerca os deja del templo es la línea 32 que os dejará en la parada de Ginkakujimae, a apenas 5-10 minutos andando de la entrada del templo. Esta línea fue la que tomamos nosotros.
Una vez que nos bajamos del autobús, nos quedaba un pequeño paseo de 5 minutos. Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que la calle que subía hasta el templo estaba destrozada. Más tarde nos enteramos, que unos cuantos días atrás hubo intensas lluvias que causaron grandes destrozos.
Tras recorrer la calle de acceso al templo, por fin estábamos ante uno de los grandes iconos de Kioto, el Pabellón de Plata.
Se trata de un templo de estilo zen donde todo está pensado para el descanso del alma. El edificio principal es un pequeño templo de dos pisos que, como ya hemos dicho, no está recubierto de plata. Lamentablemente, no es posible acceder al interior del edificio.
Aunque el edificio en sí, no es demasiado espectacular, lo realmente increíble de este lugar se encuentra en los jardines y en las preciosas vistas que ofrece.
Aparte del Pabellón de Plata, otra de las vistas típicas del recinto es la del Jardín Seco. Se trata de la típica explanada de tierra perfectamente arada. Seguro que alguno de vosotros tenéis un pequeño jardín zen en casa.
Tras visitar el Jardín Seco, no quisimos perdernos la ruta que se hace alrededor del templo. A lo largo de esta ruta tendréis una vista panorámica de todo el templo.
Además esta ruta discurre por el conocido como Bosque de Musgo, probablemente el bosque/jardín más bonito que hemos visto nunca.
Camino del Filósofo
Se trata de un pequeño camino que discurre paralelo a un canal cerca del Pabellón de Plata. Para llegar a él tan sólo tenéis que descender por la calle por la que previamente habéis accedido al templo y cuando os encontréis con una calle en la que hay un canal con agua, esa es la calle que deberéis tomar.
Según dicen, el nombre viene en honor al filósofo japonés Kitaro Nishida, quien solía pasear por este camino mientras se daba a la reflexión. Comentan que la época más bonita para recorrerlo es en la floración de los cerezos (es decir, en primavera). La verdad es que cuando nosotros lo recorrimos no nos pareció nada espectacular. Quizás en plena floración hubiésemos pensado otra cosa.
Kiyomizu-dera, el templo del agua
Se trata de uno de los templos más bellos de Kioto. Llegó incluso a estar nominado como una de las Nuevas Siete Maravillas del mundo.
Como llegar a Kiyomizu-dera
Las líneas de autobús que más cerca os dejarán de este templo son la 206 y la 207. Os deberéis bajar en la estación de Kiyomizu-michi y desde ahí deberéis andar unos 10 minutos a lo largo de la calle Matsubara Dori (una calle repleta de tiendas) hasta desembocar en la puerta de entrada al templo, conocida como Niou.
Este templo fue fundado en el año 778 aunque leemos que sus templos datan de 9 siglos más tarde, concretamente del año 1633. También es conocido como el templo del agua pura, y es que la palabra Kiyomizu significa precisamente agua pura. El nombre se debe a las pequeñas cascadas que están distribuidas a lo largo del recinto, agua que proviene de la montaña.
Pero sin ninguna duda, la vista más espectacular del templo (y la razón principal de su visita) es la del edificio principal. Este edificio tiene la particularidad de que está sostenido por cientos de pilares de madera asomados al vacío.
Antiguamente existía una tradición (ya prohibida afortunadamente) que decía que si saltabas desde la terraza (con una altura de 13 metros) y sobrevivías a la caída te sería concedido un deseo. La verdad es que no nos quedamos con ganas de probarlo jeje.
Si tenéis posibilidad, os recomiendo que visitéis el templo al atardecer ya que las vistas de Kioto desde la terraza del templo mientras el sol deja paso a la noche son realmente espectaculares.
Gion, el barrio de las geishas
Nuestra recomendación estrella es que al caer la noche os acerquéis a conocer este pintoresco barrio de Kioto. Este barrio es el que mejor representa la tradición japonesa y es en él, en donde podremos ser capaces de observar a las esquivas geishas y maikos (aprendices de geishas). Actualmente, la imagen de geisha se asocia a una mujer, aunque cabe recordar que, en sus orígenes, esta profesión la llevaban a cabo tanto hombres como mujeres. Las geishas son mujeres que pasan por un proceso educativo altísimo y son, por lo tanto unas mujeres muy cultas. Aunque tradicionalmente, se asociado a las geishas con la prostitución esto no es cierto. Una geisha se encargaba de amenizar una fiesta bien sea leyendo poemas, cantando canciones típicas japonesas o sirviendo té, pero no está demostrado que una de sus funciones fuese la de la prostitución.
* Foto obtenida de Flickr
Aunque en el barrio de Gion podremos encontrarlas en cualquier sitio, es en la calle Hanamikoji Dori, en donde tendremos mayores probabilidades de éxito. Por supuesto tened en cuenta que una geisha no es una atracción turística sino que es una persona trabajando por lo que sed respetuosos si os encontráis con una de ellas.
Lamentablemente, nosotros no tuvimos suerte y no pudimos ver ninguna en vivo y en directo. Aún así, la calle de la que os hablaba antes tiene el encanto suficiente como para recorrerla de arriba a abajo.
La calle está repleta de restaurantes en donde degustar la exquisita cocina japonesa, cosa que por supuesto hicimos nosotros. Y es que en este viaje quedamos prendados de la explosión de sabores que ofrece Japón.
Con la noche por bandera, cerrábamos uno de los mejores días en Japón. Aún nos quedaba un último día en el que íbamos a descubrir un auténtico icono japonés. Pero eso, lo descubriréis en el próximo artículo. ¡No os lo perdáis!
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